En el cole, en casa, solo me hacían enojar más y más.
Vivía enojado. Lloraba de la impotencia. Tenían que dejarme ser. Pero no. Dejarme ser implicaba que sea un salvaje para nada civilizado. Oh! I know this.
Quería armar, desarmar todo. Quería escribir y dibujar todas las paredes (cosa que seguí haciendo con aerosoles a los 13/14 años y también con marcadores indelebles en los bancos y paredes del aula...), quería saber qué había detrás de todo.
Quería romper todo, TODO: sobre todo estallar vidrios de los coches y los negocios cercanos y vaya si lo hacía! Con la hondera claro. Quería prender fuego todo, y lo hacía. Claro que lo hacía.
Pero a su vez era muy llorón en mi niñez y no se me pasó sino hasta entrada bien la adolescencia. Os recuerdo que expresar los sentimientos es lo más de lo más, pero si te la pasas llorando: no puedes ver el camino. So... no. Eyes Wide Open y a darle caña! Aprendí en la teenage saliendo de la niñez.
Igual seguía siendo súper sensible. I guess hasta los 18.
Era muy sensible a todo si. También quilombero, salvaje, "indio" como me decían en el barrio que me vió crecer, pero sensible. Totalmente.
Al serle fiel a mis sentidos, a quien yo era, me era imposible hacer caso a alguna de las dos adultas responsables de mi vida relacionadas con mi crianza back in the 80s. Menos hacerle caso a algún adulto tercero, menos que menos.
Excepto a mi abuelito querido: El Nono. A él sí que lo respetaba. A él sí que le tenía un cariño profundo since ever.
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Este era yo, ese soñador que miraba las estrellas y la vía láctea en aquellas míticas vacaciones en Embalse Río Tercero, Córdoba |
No me importaba ni la violencia ejercida efectivamente contra mi persona para domesticarme, ni las marcas de los cinturonazos, ni las penas, ni el dolor, ni que me pongan en penitencia, ni las malas notas en el cole, ni las bajas notas que tenían castigo, ni que llamen a reunión de "padres" a mi madre por mi mal comportamiento escolar, ni que me llamen la atención en el aula frente a mis compañeritxs, ni que me manden a dirección para que me caguen a pedos, ni que me suspendan dos días en el cole, ni que me bajen línea de ningún tipo, ni que me agarre mi madre rateándome y me cague a palos frente a mis amiguitxs en público, o que me amenacen con quitarme salidas, dinero, ropa o beneficios X.
Nada funcionaba conmigo. Me imagino pobre mi madre que lo intentó todo todito para domesticarme y poder maximizar las posibilidades de insertarme bien en la sociedad por medio de la educación que se propuso darme, para que sea alguien en la vida, para que no me cague de hambre (o muerto) y termine bajo un puente o pobre en una chabola / villa / barrio humilde como tantíssimos otrxs en su familia. Quizá ella pensaba en su propio padre, que fue un borracho violento don nadie que lxs abandonó a todxs cuando ella era pequeña. Anyway a mi me sirvió la educación que me dió. No el cómo y menos que menos el método por supuesto sino el contenido, el camino a seguir: el del trabajo duro. Agradeceré toda la vida por su sacrificio. Que sé bien que no fue poco.
Anyway: No había restricción posible a mi persona. Y así crecí, llevando ese niño rebelde super wild a la teenage y más allá. Lo llevé con orgullo, lo llevé a un mundo donde no había cabida para gente así.
Nada me importaba si estaba en juego quien yo era o quien yo creía que debía ser según mi pensamiento, mis sueños, mis proyectos, mi imaginación. Todo lo que finalmente terminó siendo mi creatividad al servicio de mi profesión que pude desarrollar con un éxito bárbaro.
El caso es que de niño/teen (I guess 1985 [11th years old] - 1995 [21th years old]) no veía cómo haciendo caso me iba a ir bien en mi vida. Simplemente no lo veía. Plus al igual que hoy en día mi capacidad de escuchar y prestarle atención a las personas es igual a 0. Obvio que todas estas décadas aprendí a escuchar, pero no de forma óptima para resolver conflictos efectivamente.
Me la pasé toda la primaria y gran parte de los tres secus haciendo quilombo en clase.
Se ve que esa era mi forma de quejarme en público de la vida que me tocó, de la vida que tenía, de lo que me pasaba en casa.
Aprendí tarde, digamos a los 19/20 años, las conveniencias de
dejarme domesticar un poquito internalizando las normas aceptadas de convivencia de la sociedad. Para que me vaya mejor, para agradar, para que me elijan, para ser más productivo tanto en los últimos años del secu (1993/94) como en los primeros trabajos (1995).
No me arrepiento. Y valoro tantissimo haber sido ese rebelde contestador pirómano anarco kid que era a los 12/13 años & beyond.
Mal no me fue. Pero claro, tenía gigantes que de algún modo u otro me mostraron el camino.
Tal gil no era.