Era tener algún objeto de marca:
- Jeans y cualquier otra prenda Levis
- Zapatillas Nike
- Zapatillas Adidas
- Jeans Turquoise
- Cualquier cosa Americanino
- Jeans Guess
- Remeritas y buzos Benetton
- Cualquier cosa John L. Cook
- Zapatillas Converse All Stars Chuck Taylor
- Remeras (o cualquier otro objeto) surferas tales como Gotcha, Quicksilver, Rusty, Reef
Y yo tenía todossssss esos símbolos comerciales, made in USA exclusivamente.
"Marquitas" como le llamaba despreciando mi actitud la madre que me crió. Porsupu que jamás le di pelota con mis gustos.
...
Los más grasas de los más pobres y chorros de ese estrato de la sociedad de fines de los 80s / Ppios. de los 90s -no entiendo aún por qué- querían tener chombitas Lacoste.
De ahí que jamás me has visto con una ever never. Ni nada de la marca. Puajj!
Éramos clase media baja, esto es: vivíamos en un barrio obrero, de mucha gente humilde que se mataba trabajando. Hacia el noreste teníamos una villa miseria, el Barrio 20. Al oeste un barriecito pintoresco de casas bajas que se habían hecho les inmigrantes en el sur de la ciudad a mediados de los años 50s del siglo XX. El barrio de las casitas, le decíamos. Llegaba hasta la Gral. Paz.
Parar allí y conocer gente fuera de los monoblocks repletos de historias wow de lindas sí, pero también de falopa, inseguridad y violencia, sumaba mil. No solo salir del barrio poronga ese, sino como más status aún.
Y yo conocía banda de personas fuera del barrio. En todos los barrios de alrededor conocía gente. Algunas veces no muy amigables es cierto. Lugares en lo que no pude pisar nunca más también.
En esos otros barrios, además del de donde vivía yo, tenía relaciones sociales mas que nada con chicas. Novias, amigas, whatever.
Status.
Cuanto más me alejaba de mi casa, más seguro me sentía. Y no era solo porque nos fajaban ojo, ojalá hubiese sido solo eso!
Es que había mucho de eso en la calle, en lo inmediato al salir del departamento, en la escuela, en el potrero, en la canchita de fútbol, en el club deportivo del barrio, en el cole.
JEVIMETAL.
Y yo le huía a todo eso. A todos esos.
Así que primero con la bici, luego caminando, mas tarde en bondi, tren y subte, pero jamás paré de conocer y conocer la Ciudad de la Furia. Lo que amplió mis horizontes a mil. Y enriqueció mi vida otros mil más.
Si bien empecé a salir del barrio a los 14/15 te diría, ya para los 17 era un extraño que cada vez pisaba menos por allí donde viví hasta los 20 sin querer. Para los 18 ya solo los que me habían conocido de pre teen, de chico, se asombraban de verme pasar sin saludarles, pelo largo, barba rala, súper fachero. Con actitud altiva.
Ya no saludaba a nadie.
A nadie.
Sobre todo si sabía que andabas en la delincuencia y la falopa. Transparente eras para mi. Simple.
Y esa actitud temeraria, lejos de darme más enemigos, y vaya si los tenía since child, me dió más halo místico si cabía. Respeto.
Que ya también yo creía que tenía ya para los 18th years old. Como un superpower.
Había zafado de tantísimas situaciones ultra peligrosas de la vida, tanto en casa como en la calle, que me creía inmortal.
Un jovencissimo geminiano algo bastante wild, que no había muerto cuando tenía que morir y que ahora tensaba la cuerda más allá de lo posible a cada paso del camino.
Y vaya si lo hacía!
Temeridad. Status de no pertenecer a la mugre del barrio de la cual había zafado para siempre.
Dejar atrás a los que se dejaron atrás.
Tratar en todo momento de traer gente conmigo a esas salidas del barrio. Jamás jamás jamassss salir del barrio para agarrarme con los peorcitos de esos otros barrios, de otras bandas de gentes. Nunca nunca.
Al contrario ves de lo que sí hizo la mente retorcida de mi exhermano menor.
Yo buscaba lo mejor allí donde estuviese, el pibe no, se le pegaban todas las moscas, él buscaba la pus del universo. Y vaya que le encontraba a cada paso del camino!
A diferencia del hermanito que me dio la vida, yo buscaba como prioridad el placer de las féminas: Besos, abrazos, caminatas, sexo, cartas de amor, conflictos de amor a rolete porque también de eso había montones, y momentos repletos de intimidad secreta allí donde me tocase parar.
Disfrutaba de la vida ya a lo loco a los 15.
Fuera del barrio. Dentro del barrio.
El placer fue un ticket de ida.
Que al igual que la lectura y la música: me salvaron la vida.
Me la salvé sólito a muchos niveles donde no llegaba la supervisión parental.
Y qué WOW de bien me fue.
OK.