En casa recuerdo que estaba este librito de la UNICEF.
Mi madre hoy en día y también antes, promovía los derechos (civiles en general de las personas y) de los niños porque tenía un rol político en 1990 al respecto. Era y es militante peronista por la justicia social, bandera fundamental del justicialismo en Argentina.
1989 fue un año de terrible hiper inflación en el país y el inicio de la infame década menemista.
Ese año que se promulgó la Convención de los Derechos del Niño yo tenía entre 15 y 16 años. Lo que es el timing sin aparentes conexiones, no!? Wild life.
Se cumple el trigésimo aniversario de la Convención de los Derechos del Niño y este post es para generar conciencia de que los seres humanos no salimos de un repollo sino que somos educados en el seno familiar de donde salen los primeros valores tanto morales como éticos.
Vamos a leer un poco de qué se trata este texto aprobado hace ya 30 años por la Asamblea Constituyente de la ONU, de vital importancia hoy en día contra el bullying en el cole, el cyber bullying en internet y que nos indica cómo educar a los niños en los estados modernos y en el seno familiar sin azotes ni maltratos, sin ser victimas de la violencia del tipo que sea:
Tengo tantíssimo escrito respecto de cómo fuí educado por mi madre y su madre en los 80s/90s. Sobre todo en mi biografía.
Me hubiera gustado que ella en persona relate o hubiese escrito los por qué fue así con sus hijos para mejorar la comprensión de su persona en vez de negarlo todo, minimizarlo y relativizarlo irónicamente a lo largo de todos estos años. Silencio estampa y jamás haber llamado a una reunión al respecto me parece un horror de oportunidad perdida. A eso llamo yo careta. Exactamente a este tipo de personas.
Viniendo ese comportamiento de una persona inteligente, con memoria, con educación y un compromiso político y social de larga militancia es aún más horrenda su actitud. Careta justamente.
Una persona que es y dice ser una cosa pero por dentro es otra. Mi propia madre.
Todos somos el devenir de lo que fuimos alguna vez. Ocultarlo y minimizarlo jamás condujo a ninguna pacificación no solo en los pueblos y sociedades sino en cualquier familia que busque la paz y la unión.
La división y la desunión en cualquier sociedad humana siempre se sostienen por el no reconocimiento de las ofensas hechas por alguna de las partes. Sin aceptación de los hechos acontecidos y el daño realizado jamás puede haber paz. Jamás.
Fijate vos que mi madre nunca pidió perdón por los castigos crueles que nos propició o su fría forma de ser ante los temas más diversos de la vida. Curioso viniendo de una persona versada y con conciencia política de más de 5 décadas.
Mi madre (y mi abuelita materna que nos crió diez años y está en el cielo) saben perfecto lo que pienso de ellas. Madre jamás se acercó para aportar datos, ampliar memorias y/o contribuir al esclarecimiento de los hechos de cuando éramos niños con mi ex hermano menor. No es falta de memoria oh no, es la intención lo que molesta. Es esconder las fallas y los errores lo que no nos permite una pacificación verdadera con nuestro pasado. Es el silencio al respecto de nuestra crianza cínica y salvaje.
Me gusta mucho escribir sobre nuestro pasado en común, sobre todo para que no se repita. Futuras generaciones deberían aprender de este conocimiento que dejo yo con valentía para siempre online sin ningún tipo de restricciones.
Por un lado siento un orgullo infinito hacia ella y su madre: se bien que nos querían. Por otro lado siento un desprecio enorme por sus métodos para hacer de mi una mejor persona protegida, con cultura, educación y futuro por medio del amedrentamiento, la amenaza permanente y la violencia sin fin. Un sponsoreo difícil que nos empujó a la calle, a las drogas y al alcohol.
Fijate vos que la superprotección que intentó dar nuestra madre nos llevó a buscar la desprotección de la calle en un barrio violento donde nos esperaban males aún mayores. Irónico.
Anyway, se que dió lo mejor que pudo dar y eso tapa todos sus errores I guess.
Aún hoy en día siento un agridulce agradecimiento hacia ella y su madre.
Siempre estaré agradecido por no habernos abandonado a mi y a el hermanito menor que me dió la vida. Éramos terribles de niños y las mujeres que nos criaron lucharon valientemente hasta el tuétano para que nos desarrollemos sin morir en ese barrio violento que eligieron porque otra no les quedó supongo. La pobreza estructural es así: Vivís donde podés no donde querés.
Por último no olvidar que faltaba un padre. Faltaba comprensión de los problemas mentales que teníamos sin dudas, faltó paciencia y tolerancia para educarnos, faltó cariño for sure, pero nunca faltó la protección y el amor que supone ser una familia.
Nunca faltó. Y eso nunca puede ser malo.
Estoy agradecido de la vida que he tenido.
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